top of page
  • Wix Facebook page
  • YouTube Classic
  • Wix Twitter page
  • Wix Google+ page

A todos aquellos que deseen reproducir las notas de La Tecl@ Eñe: No nos oponemos, creemos en la comunicación horizontal; sólo pedimos que citen la fuente. Gracias y saludos. 

Conrado Yasenza - Editor/Director La Tecl@ Eñe

Relato

Confesiones (limitadas) de escriba ah hoc

 

Por Susana Cella*

(para La Tecl@ Eñe)

No pondré mi nombre y ni siquiera mis iniciales verdaderas. No se trata de alguna clandestinidad de la que nunca supe ni me arrimé, sólo de mi fulgente imagen, cuya sonrisa plena no es posible minimizar. Enormísima se extiende de incisivo a premolar.


Hube de recorrer camino no fácil. Quién era yo, auxiliar de cuáles sitios, en mi reducto de entender unos conceptos pero más de percatarme cómo incursionar para así salirme de un acotado sucucho, rincón oscuro, y buscar en citada luz más luz, que a mi parecer no menos merecía, lo que me deparara bendiciones. Todo mi proyecto, mi deseo, mi voluntad, mi vida, se había volcado hacia un allá certero y bien diseñado, horizonte de protagonismo y figuración, torcido o como fuera, leal o desleal, lo único, bien simulado hasta el punto de no distinguirse de qué cosa más o menos verdadera. La historia, me parece, iba ayudándome, la enorme estupidez humana, también. Lejos muy lejos quería dejar un banco de escuela mal barnizado, una mesita torcida, unas gentes que aluviaban conformándose a un destino seguro y prefijado. Ahí tiesamente comenzó el deslinde. Dientes apretados apenas rozándose, por tanto gran superficie para aguantar. 

Moldeando mi idea de elevarme a lograr beneplácitos, arrancando de cuajo lo que a esto no conviniera, me planté y bien firme, así cuando tuve que resoltar –diría mejor, desechar- archivos pretendientes de memoria, cuando tuve que cortar con mano dura lo que se ofrecía como consignas firmes y seguras desanclando por tanto mi poder muy acuclillado en favor de desleídas frases, cuando tuve que apartar como se aparta una semilla con fruto, a quienes quisieran enmendarme la plana. 

 

En mi lugar, mi lugar grandioso, que bien he merecido porque más que aureolas que han podido ayuntarme diversos personajes y medios, en este, que yo arrebato con fingido debate y bien aprovecho, en este que llamo secamente coyuntura político social, me deslizo en andares más que sólidos según considero gratificándome, en primer término por mí, y en segundo, necesidad y conveniencia suma, por quienes me andan apañando y donando sobresalientes calificaciones, mías y mías, concertando mi imagen, comentariando mis apuntes. A todos ellos mi bendición mientras no dejen de elogiarme.

 

Tengo mucho, muchísimo, en mi declarado y más que declarado acopio. Intervengo con mis reflexiones en tantos temas, que realmente me convierto cada día en una suerte de referencia ante la cual muchos se inclinan. Y no es que me sorprendan, encuentro allí el reconocimiento a mis saberes múltiples que bien exceden lo que podría ciertamente haber aportado, tantísimo, hasta implantarme en remanente de un total saber como si nada de lo humano me fuera ajeno, salvo que sí, me es ajeno todo lo que no sea mi propia humanidad o persona yo, individuo, yo y yo. Lo que les pase a los demás poco me importa, salvo que decirlo o callarlo me beneficie o perjudique, intercambiable así. Y en cuanto a ese saber abarcativo, como se les adjudicaba a los renacentistas, le espeto a Pico della Mirándola (supe por Wikepedia que él fue el todo lo humano… nomás que dicho en latín, lengua que no conozco, salvo frases aisladas) y al mismo Leonardo Da Vinci  (por lo que supe History Channel y otras obras) lo escupo con frases tales como quién sos vos, torpe dibujante, retratista de señoras, escribiente de mano izquierda, inventor fracasado, distante de mí, que sumo tantísimos temas, desde la física quántica a los acordes musicales. Puedo referirme a todo, lo sé y lo hago y sin citar al Channel ni a la Wikipedia (aunque debería decir que en este aspecto soy más inteligente que muchos de mis socios los cuales bien podrían acomodar mejor sus discursos si buscaran algún que otro dato por esos lugares).

 

Soy en cuanto a opinar de lo que venga, multifunción y así me llevan, podría decir, en andas. Estuve mencionando en la notoria singularidad de mi pensar, cuantísimas escenas, sin que me importara alcance o dimensión, así se me dio lo de una reunión de consorcio hasta las Naciones Unidas, el Papa Francisco o el violento acaecer de un barrio, la novela realista o la pintura concreta, todo pues, todo cabe en mi incesante cavilar, y mostrarlo, figurando siempre las escenas (me gusta tanto la palabra “escenas”, cuánto viene bien a que se pueda anotar lo que sea respecto de lo que sea), porque sí sé figurar, sé narrar, se armar imágenes, nada, de nuevo, nada desconozco, puedo escribir los versos más dulces este día, como dijo Neruda.

 

Hallo en ese lugar de la opinión ilimitada una libertad mayúscula que bien congrúe con otras tantas expresiones que van, a favor o en contra de mis designios y mis planes (o no, todo tiene su sí y su no), a engordar el grandísimo derecho de la opinión de quien sea, de lo que sea, como sea, cuando sea, etcétera (y acá me digo, que aquellos que anden pretendiendo razones, conocimiento de lo que se habla, se vayan al mismo diablo, con sus pruritos), porque tales observaciones desconocen la lógica del impacto y la difusión, como la que disfruto de parte de ciertos medios y ciertos adláteres, que me andan circundando con preclara percepción de mis agudezas (las cuales vaya a saber como dijo alguno si tienen que ver con el arte de ingenio, es un título de un libro, un análisis del discurso, creo que de un estructuralista francés o algo así).

 

No se me escapa que esto pueda señalar una actitud acrítica dado que yo me anclo en lo que va sedimentado aun si disfrazado de otra cosa, y que cuando esbozo alguna postura revisora, lo hago según me dicta mi razón y acción perentoria de no sacar los pies del plato. De ahí que, en tal lógica, pueda yo seguir amparándome en un campo cultural afincado en la celebración acrítica que más bien parece ir a implosionar, lo que me advierte de la necesidad de ir abriendo atajos, caminitos. Me da cierto temor de que pueda irse al diablo aquello que supuestamente yo apoyo con mis expresiones y pensamientos elaborados, porque de suceder tal cosa, no sé si conservaría mi puestito, por lo cual estoy atando otros lazos, según la lógica de llevarme bien con todo el mundo que sigo poniendo en práctica: tiro por izquierda y le doy la mano a la derecha, nadie puede decir que no es así, basta con saber acerca de mis actividades.

 

El secreto, dijo alguien más que envidioso y malintencionado, de mi emergencia como star del sentido común disfrazado de rescate de nuestras tradiciones emancipatorias, preciosa frase comodín y al alcance de mi entendimiento, que valoro hasta el punto máximo de defenderla, bueno, según convenga a mis objetivos de proyección cultural y a mis más que concretos intereses de funcionarato, decía, el secreto es que como tal se mantenga, de revelarse, otro gallo cantaría, o más de un gallo, quizá el negro, sustentándome y el rojo, derribándome, así dijo el malvado comentarista de mí (creo que por una canción donde cantan tres veces al amanecer los bichos esos), mal rayo lo parta. Igual coincido que hay que guardar el secreto. Entiendo que alguien podría afrontarme, pero qué problema si, tal como están las cosas, no sería sino similar a cuestionar el traje del Emperador: ¿Qué saber? ¿Qué secreto? Quién jugaría el todo por el todo para que aparezca nítida la desnuda verdad. Y más, qué es eso de que me apelarían, así me dijo un confidente, con una frase que califico de más que tonta: “quién hace tanta bulla y no nos deja testar las islas que van quedando”. No entendí qué cosa podía ser tal cita, si es que es una cita de algo. Por el momento, como diría Walt Whitman, “me canto y me celebro”. Y la bulla, y la península en la línea mortal del equilibrio, que se las apañen los que vaya a saber de qué cosa andan hablando. Pobres loosers.

 

* Poeta y novelista. Profesora titular en la carrera de Letras de la UBA y colabora habitualmente en la sección libros de Radar, tiene a su cargo una sección de libros en la revista Caras y Caretas y dirige el Departamento de Literatura y Sociedad del Centro Cultural de la Cooperación.

bottom of page