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Cuando situamos, en una nota anterior y por este mismo medio, que el kichnerismo apareció, mejor dicho irrumpió, como la vanguardia del peronismo, estábamos poniendo un término, vanguardia, que flotara por sí mismo. Porque, es un término político con fuertes implicancias históricas y políticas, artísticas, e incluso militar en la oposición vanguardia-retaguardia en la contienda bélica.

 

 

 

 

Por Ricardo Rouvier*

(para La Tecl@ Eñe)

Cuando situamos, en una nota anterior y por este mismo medio, que el kichnerismo apareció, mejor dicho irrumpió, como la vanguardia del peronismo, estábamos poniendo un término, vanguardia, que flotara por sí mismo. Porque, es un término político con fuertes implicancias históricas y políticas, artísticas, e incluso militar en la oposición vanguardia-retaguardia en la contienda bélica. Las implicancias del término remiten a que las vanguardias suponen un posicionamiento privilegiado de un grupo u organización a partir de su creatividad de su novedad. En este caso, político respecto de otro u otros. El otro colectivo puede ser otras organizaciones o masas, o pueblo desorganizado. El kichnerismo lideró el proceso post convertibilidad, y post crisis del 2001, ocupó la autoridad política desde una situación inicial de baja legitimidad, para ir acumulando poder, y tiene mandato constitucional hasta el 2015; y constituyó una época singular en la política contemporánea. ¿Por qué decimos que es una vanguardia?

 

Porque consideramos la situación de los actores políticos posterior a la crisis de legitimidad, y la aparición  del kichnerismo liderando a un peronismo institucional (gobernadores, intendentes, legisladores) cuyo desempeño está automatizado, como oficialismo o como oposición. A esto hay que agregarle la fuerte y vigente presencia peronista en los ámbitos sindicales obreros y en menor medida empresarios.  La  dirección personalizada de Néstor primero y CFK después, se convertía en una avanzada progresista en la sociedad, que puso y pone detrás suyo al peronismo burocrático, que ya ejercía el poder territorial desde antes del 2003. 

 

Esa burocracia política que denominamos peronismo (no confundir con el pueblo peronista), adoptó desde que volvió la democracia varias identidades ideológicas. Esa capacidad resiliente le permitió permanecer en el tiempo, con una fuerte presencia electoral, y el apoyo de diversos sectores ratificando su origen policlasista. La continuidad y permanencia del poder peronista en el tiempo se sustenta, sin duda, en su base numérica, pero sobre todo en la capacidad de convertirse en una oferta fija para la elección popular sobre valores que van desde la justicia social hasta la garantía de gobernabilidad. “La selección de los más aptos es la selección de los más aptos para hacerse seleccionar”.(1)

 

Los intentos políticos por superar al peronismo burocrático en los distintos ámbitos, político, gremial, han fracasado. Y su par histórico que constituían en el esquema bipartidista, la UCR, ha sido mucho más débil frente a los avatares de la gobernanza. En cambio, el peronismo burocrático ha logrado, no solo sobrellevar los cambios de época, sino también la evitación de una crisis integral mientras gobierna a nivel nacional.  Las políticas económicas implementadas en los 90, tuvieron su explosión cuando gobernaba la Alianza, sin embargo la cuenta la pagaron solamente los radicales, porque el FrePaSo es parte del elenco gobernante actual.

 

Los cuadros que ocupan las posiciones prominentes del Estado nacional o de las provincias, muestra la continuidad de figuras que han estado durante los 90, o en el contraciclo que inauguró el kichnerismo. La propia vigencia de los fueros de la senaduría actual de Carlos Menem, incluso judicialmente condenado, es un testimonio extremo de este blindaje, en este caso, paradojalmente, bajo el kichnerismo que ha dirigido sus dardos a la década de los 90, y que anticipa que la oposición quiere volver  “a los 90”.

 

Es indudable que los padres del  kichnerismo, Néstor y Cristina, tienen origen peronista. Pero, del peronismo de izquierda,  o sea confrontado con el peronismo ortodoxo o de derecha. Confrontado con el propio Perón, más evitista que peronista. Confrontación que tenía plena vigencia en los 70, pero hoy ya no, excepto como construcción a futuro. Inclusive la relación de ambos, y sobre todo de Cristina con el PJ no ha sido plenamente armónico (2). La creación del Partido de la Victoria y el Frente respectivo era una señal clara que el kichnerismo iba a hacer su propio camino, y que el PJ era parte de la alianza electoral, pero no su conducción. A poco de andar se planteó la transversalidad, eran los tiempos en que no se apelaba al ritual peronista, hasta que este esquema fracasó, apurado el kichnerismo por ganar elecciones y advertir que el cofre electoral tiene esa identidad.

 

Las realizaciones de los tres gobiernos K muestran una localización ideológica  que podemos definir de centro izquierda, o progresista, o peronista de izquierda, en tiempos – a diferencia de los 70- de muerte de la revolución. Es decir, se estira el posibilismo lo más posible sin prometer el socialismo nacional.   

 

Los avances en el rol activo del Estado, los aspectos culturales, sociales, ubican al kichnerismo en un peronismo de avanzada, de fuerte actualización cultural.  El avance en los derechos sociales, las minorías (de género o sexuales) superan ampliamente la matriz de pensamiento del promedio del peronismo institucional. El tipo de dominio que se ejerce en muchas provincias argentinas que desde hace décadas gobierna el peronismo podría ser adscripta al conservadorismo popular. Poco, o nada que ver con el matrimonio igualitario o novedades culturales de ese estilo.

 

Podríamos decir, y conscientes de lo polémico, de que en los aspectos jurídicos-políticos el kichnerismo ha modernizado la república burguesa que somos. Es el costado liberal que tiene y que el peronismo también tiene. Aunque estos atributos, entran en conflicto con el propio régimen, y también tanto el peronismo como el kichnerismo ponen en tensión las pautas de la democracia liberal.  El nombramiento de esta Corte, y el conflicto con dicho estamento jurídico es una buena prueba de lo que decimos.  No obstante todo lo hecho, hay algunas carencias que la vanguardia, por su condición,  no debería  dejar de considerar: una, que tiene que ver con la organización política del kichnerismo, ya que la proliferación de superestructuras no aseguran acumulación del poder fuera del Estado y Gobierno; y otra es la conformación de una visión movimientista que permita contar con laderos indispensables como el movimiento obrero organizado y  una burguesía nacional , que si bien su existencia está puesta en duda, el país cuenta con un potencial político y de masa crítica considerable en la institucionalidad de la economía social.

 

Ahora bien el peronismo burocrático , como siempre, comparte el poder cuando el poder brilla con todo su esplendor y comienza a murmurar cuando observa que la voluntad pierde potencialidad, y de la murmuración se marcha hacia una miniconspiración o pérdida de lealtad (en esto es justo exceptuar a Scioli). Y buscar restaurar el poder general del que son socios menores pero socios.

 

Vivimos un momento especial en la relación entre la conducción del proceso político y sus relegados, este momento especial está signado por lo electoral, como expresión de la sociedad que hace su evaluación sobre la gestión.  Las vanguardias siempre están obligadas a serlo, están imposibilitadas de cristalizarse, deben renovarse, y ratificar su dirección a cada momento. La conducción intelectual e ideológica de esta etapa tiene nombre y apellido. El peronismo burocrático sabemos que va a repetir su conducta de preservación. El peronismo estará en la continuidad y en el contraciclo. Pero la pregunta que más nos interesa y nos provoca es sobre el futuro del kichnerismo. 

 

 

 

 

*Sociólogo y Analista Político

 

 

 

 

  1. Cornelius Castoriadis: “El avance de la insignificancia”. – Eudeba 1997- La referencia basada en la experiencia de los Partidos Políticos europeos; y está ligado a la burocratización de los Partidos Políticos.

  2. La reciente aclaración de la Pta. en un reportaje televisivo del historiador Hernán Brienza sobre que ella es peronista y “no justicialista” es una distinción ideológica de los 70 que diferenciaba al partido del movimiento. Este último más ponderado por la izquierda peronista que las estructuras cristalizadas del PJ. También puede revisarse la actuación de la actual Pta. el Congreso del Justicialismo de enero del 2003 en el Club Lanús, y la expulsión que sufrió la Senadora Cristina Kirchner en mayo de 1997 de su bloque. 

El kichnerismo y el peronismo. Aproximaciones III                                               

(Tercera y última entrega)

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Conrado Yasenza - Editor/Director La Tecl@ Eñe

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