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A todos aquellos que deseen reproducir las notas de La Tecl@ Eñe: No nos oponemos, creemos en la comunicación horizontal; sólo pedimos que citen la fuente. Gracias y saludos. 

Conrado Yasenza - Editor/Director La Tecl@ Eñe

Fraude comunicacional

¿Puede afirmarse que la globalización informativa de los mass-medias es el principal factor de desestabilización de los procesos democráticos en América Latina? Al leer las crónicas previas a la realización de las elecciones en Honduras se observa que a través de la manipulación de la información subsiste una intención manifiesta: Torcer  la voluntad de la mayoría de un pueblo. Y este fenómeno se advierte a nivel continental  en el intento de desplazar temporalmente a Hugo Chávez, en el golpe que derrocó a Manuel Zelaya y Fernando Lugo;  en la acción desestabilizadora contra Evo Morales, en el fallido golpe a Rafael Correa o en los planes para sacar del poder anticipadamente a Cristina Fernández. Hay un  brazo siempre dispuesto a realizar estas acciones: Los medios de comunicación tradicionales.

Por Hugo Muleiro *

(para La Tecl@ Eñe)

 

 

   La atención sobre los acontecimientos políticos que vive Honduras tras las elecciones del domingo se centra en la denuncia de fraude, sustentada en reportes de gran cantidad de anormalidades, para favorecer al candidato presidencial oficialista, Juan Orlando Hernández, del Partido Nacional, el mismo del mandatario saliente, el derechista Porfirio Lobo. Es natural que esto suceda. El fragor de las crónicas, las que más intentan una aproximación a la realidad y las que caen en la más bochornosa manipulación, sirve de manera involuntaria o expresa para presentar esta situación tan crítica como un asunto que altera una supuesta normalidad, un hecho que viene a impedir la decantación lógica de un encadenamiento legal y legítimo: una campaña, varios candidatos, encuestas, actos, discursos, la votación, los resultados.

 

   Pero una observación más extendida en el tiempo permitiría una afirmación relativamente simple, aunque brotara en tono de acertijo o traba-lenguas. Como si dijéramos: con fraude o sin fraude en el conteo, en Honduras hay fraude. Y, como toda operación destinada a torcer la voluntad de la mayoría de un pueblo, la manipulación de la palabra y de la información, el fraude en la comunicación, es la constante.

 

   El 28 de junio de 2009, los medios dominantes en Honduras, encabezados por los diarios El Heraldo y La Prensa, respaldaban abiertamente el golpe de Estado cívico-militar contra Manuel Zelaya. Después de un extendido período de agitación informativa y de opinión, para corroer el respaldo del que el presidente constitucional gozaba, estos y otros medios dominantes, con el adecuado coro de las agencias y cadenas internacionales de noticias, mezquinaban impúdicamente la palabra golpe, y hasta se permitían disfrazar de “detención” -voz que conecta con una acción estatal que puede revestirse de cierta legalidad- lo que había sido el secuestro en la madrugada del presidente Zelaya, sacado de su casa en pijama y a punta de fusil, para ser expulsado del territorio en unas pocas horas. Esta misma prensa intentó enmascarar el asalto al poder con la comunicación amañada de los aspectos más burdos de la maniobra: primero difundió intensamente, hasta con fotografías, lo que los civiles golpistas presentaban como una carta de renuncia del presidente constitucional, patraña que por su torpeza pudieron sostener apenas unas horas. Luego, amplificaron la versión de la “legalidad” del desplazamiento del poder mediante la inmundicia pergeñada por jueces de la Corte, con una acusación a Zelaya de violación a la ley. Aquel día, 28 de junio, Honduras también realizaba elecciones: el presidente había convocado a una consulta no vinculante para que los habitantes dijeran si aceptaban o no que en los comicios de fin de ese año se agregara una urna para que se pronunciaran sobre la posibilidad de una reforma constitucional. Que se trataba de un paso preliminar para la eventual reforma, fue ocultado. Que la consulta no era vinculante, también. La prensa de la oligarquía de Honduras, abrazada a la defensa incondicional de los intereses de Estados Unidos y sus bases, pretendía presentar a Zelaya como un comunista (¡!), un chavista que, en esa condición, tenía como propósito único perpetuarse en el poder.

 

   Lo que siguió es bien conocido, aunque en estos días no tan recordado: la dictadura de Roberto Micheletti reprimió salvajemente a la resistencia democrática, asesinó a dirigentes populares y activistas de derechos humanos y, con el reconocimiento de los norteamericanos progresistas Barack Obama e Hillary Clinton, organizó elecciones con el territorio en manos del Ejército y la policía. El cóctel se completó con el trajinar voluntarioso de medios como El Heraldo y La Prensa, que aplaudieron la fiesta cívica y, claro, ganó la derecha: Lobo a la presidencia, la oligarquía asesina y taimada perpetuándose en el poder esta vez con traje de democrática. Casi igualito a lo ocurrido con el derrocamiento de Fernando Lugo en Paraguay, aunque en este caso ni siquiera fue necesario reprimir y asesinar indiscriminadamente en todo el país, alcanzó con provocar una matanza en Curuguaty, unos campesinos sin nombre muertos junto con unos policías rasos que recibieron disparos de precisión en el cuello, no fuera cosa de que los salvaran los chalecos anti-balas que llevaban puestos y que el hecho quedara como el enésimo asesinato en torno del conflicto por la tierra. Crisis, caos, violencia, incapacidad del gobierno, juicio político exprés. Reemplazo, dictadura y, otra vez, elecciones: y ganó la derecha. Fiesta cívica que se llevó los titulares entusiastas de ABC Color y sus medios serviles, canales de televisión y emisoras de radio.

   La derecha continental pone a sus medios, ante estos acontecimientos, a funcionar como verdaderas cadenas: redactores y editores de los diarios, conductores, columnistas y locutores de televisión, informativistas y figurones de las radios repiten como idiotas las mismas palabras y las mismas consignas. De Globo a El Heraldo, de El País de Uruguay a El País de España, de Clarín a ABC, de El Mercurio a El Comercio de Quito, y con ellos centenares de radios controladas y decenas y decenas de estaciones televisivas, vomitan las mismas calificaciones, iguales manipulaciones, hasta rotulan idéntico: la palabra “polémico” para el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, el día de su renuncia, se repitió hasta el hartazgo en todos estos medios, pues todos funcionan bajo el mismo “chip”, todos están formateados bajo el mismo programa. Por eso también se imitan a sí mismos para ridiculizar al presidente venezolano, Nicolás Maduro, atribuyéndole un “acto fallido” que nunca fue tal al hablar de la corrupción.

   Es que esta gente tiene propósitos claros y jamás se aparta de ellos, Que carezca de ingenio y creatividad, aunque más no sea para disimular un poco la conspiración concertada, es asunto secundario. Que alguien pueda creer que a veces los medios apenas se equivocan, que anuncian mal y no chequean las fuentes, y que no siguen los sacrosantos procedimientos de la objetividad periodística por mero error, corre el riesgo de hacer el ridículo.

 

   Para desplazar temporalmente a Hugo Chávez, para derrocar definitivamente a Zelaya y Lugo, para desestabilizar gravemente a Evo Morales, para casi asesinar a Rafael Correa, para poner en práctica planes que saquen del poder anticipadamente a Cristina Fernández, hay un brazo siempre dispuesto a matar: los medios de comunicación tradicionales. Esto es lo que explica que la Red Focal (Foro Social de Comunicación de América Latina), un grupo de intelectuales, académicos, sindicalistas y periodistas, esté diciendo que la comunicación así ejercida es el principal factor de desestabilización de los procesos democráticos en América Latina, y esté pidiendo que el tema sea tratado como un asunto de seguridad nacional y regional.

 

   Las cuestiones de la seguridad vienen normalmente emparentadas con lo militar, el cuidado de la frontera física: la vieja hipótesis supone que puede haber en el horizonte un enemigo que avance e intente tomar lo que no le pertenece; puede haber un tercer actor que procure que dos países vecinos se hostiguen y se enfrenten para después dar el zarpazo. Lo que Focal dice es que hay que mirar lo sucedido en estos años en nuestros países para comprender que esa noción de amenaza está superada y acecha hoy empuñando la comunicación.

 

*Escritor y periodista, presidente de Comunicadores de la Argentina (Comuna).

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