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Logros de "Socialismo de Mercado" Chino

China es la segunda economía mundial y su  producto ya supera los 6,5 billones de dólares. La potencia de su mercado interno ha llevado a este enorme país de 1.350 millones de habitantes a multiplicar por trece su producto bruto interno desde 1977, cuando Deng Xiao Ping ocupó la secretaría general del Partido Comunista tras la muerte de Mao Zedong.

Por Norberto Colominas*

(para La Tecl@ Eñe)

 

Quienes piensen que la República Popular China depende centralmente de sus exportaciones cometerá un serio error. Es la potencia de su mercado interno la que ha llevado a este enorme país de 1.350 millones de habitantes a multiplicar por 13 su producto bruto interno desde 1977, cuando Deng Xiao Ping ocupó la secretaría general del Partido Comunista tras la muerte de Mao Zedong.

 

Esto no significa que las exportaciones no sean importantes; significa que China podría vivir exclusivamente de su mercado interno, que puede ampliar tanto como quiera, y aún así seguir creciendo a tasas muy altas, no inferiores al 7 por ciento anual, que hoy serían consideradas extraordinarias en cualquier país.

 

La revolución triunfante en 1949 produjo durante los primeros tiempos una refundación de la economía; tanto así que desde entonces la esperanza de vida se elevó de 32 a 65 años y la alfabetización pasó del 15 al 90 por ciento de la población. El índice de pobreza bajó del 90 por ciento en 1950 al 16 por ciento en la actualidad. 

 

Sobre esa base y con avances notables en alimentación, salud, vivienda, acceso al agua potable, vestimenta, comunicaciones, caminos y electrificación, ciencia y tecnología, el país asiático comenzó a crecer a tasas que desde entonces se llaman, precisamente, “chinas”, y que son del orden del 10 por ciento anual, lo que le permitió duplicar su PBI cada 10 años. Hoy es la segunda economía del mundo y su  producto ya supera los 6,5 billones de dólares (para tener una idea comparativa, el PBI de EE.UU alcanza los 15 billones).

 

Hacia fines de los años 70 la modernización encabezada por Deng se centró en cuatro sectores estratégicos: agricultura, industria, defensa nacional y ciencia y tecnología. El primer paso se dio en la agricultura, al romper con la rigidez de la propiedad colectiva maoísta. En la misma línea las empresas públicas comenzaron a operar con una lógica de rentabilidad económica privada, excepto las que producen bienes y servicios esenciales.

 

En paralelo, el crecimiento exponencial de la población se previno con un estricto control de natalidad, que hoy sigue vigente. Esta no es una decisión que pueda ser juzgada sólo con parámetros humanitarios, como algunos sostienen en Occidente, sino desde una perspectiva de sobrevivencia nacional.

 

Las reformas de Deng alcanzaron a todas las áreas importantes de la economía y la política chinas, menos a una: nada alteró la hegemonía absoluta del Partido Comunista (PCCh), partido único y rector de todas las decisiones oficiales. La fórmula que aplica el país se define como un “socialismo de mercado con particularidades chinas.”

 

Desde 2001 el peso del comercio exterior (suma de exportaciones e importaciones) pasó de 9,8 por ciento del PBI en 1977 a cerca del 65 por ciento en la actualidad. En su punto más alto (en 2008, antes del inicio de la crisis de las hipotecas sub-prime en EE.UU) las ventas al exterior representaron un 40 por ciento del PBI. El valor agregado de sus exportaciones, en buena medida compuestas por manufacturas del sector electrónico, no ha dejado de crecer.

 

En los dos últimos años el crecimiento del PBI chino ha bajado del 10 por ciento al 7,5 por ciento, una cifra que aún es extraordinaria en medio de una severa crisis de la economía mundial, y en particular de Europa, su principal mercado de exportación. En medio de la crisis China lanzó sendos programa de sustitución y redistribución de exportaciones, y de consolidación de importaciones. Con estas trata de asegurarse la provisión de alimentos y energía. En ese sentido firmó importantes acuerdos de intercambio con el Mercosur. 

 

A principios de este año asumió el poder en el PCCH una nueva conducción, encabezada por Xi Jin Ping, hijo de quien fuera la mano derecha de Deng. Reemplazará a la conducción saliente de Hu Jintao, considerado en Occidente como un administrador eficaz, aunque sus detractores chinos lo acusan de permitir peligrosas desviaciones burocráticas y una extendida corrupción.

 

Buenos Aires, 20 de junio de 2013

 

* Periodista

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