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A todos aquellos que deseen reproducir las notas de La Tecl@ Eñe: No nos oponemos, creemos en la comunicación horizontal; sólo pedimos que citen la fuente. Gracias y saludos. 

Conrado Yasenza - Editor/Director La Tecl@ Eñe

¿Por qué se producen las crisis?

 

 

 

Las crisis en el capitalismo son cíclicas. Se podría hablar de un sistema que  produce  “crisis seriales”, casi como una necesidad estructural del sistema dado el apetito insaciable de ganancias obtenidas dentro de la ley o fuera de ella, ignorando límites y restricciones, que le permite a la especulación alcanzar cotas de audacia e irresponsabilidad ilimitadas.

 

 

 

Por Norberto Colominas*

(para La Tecl@ Eñe)

 

¿Por qué se producen las crisis financieras? ¿Por qué son cíclicas? ¿Son imprevisibles? ¿Son inexorables? Muchas preguntas, pocas respuestas, aunque se pueden intentar algunas aproximaciones sin otra expectativa que despertar el interés por estos interrogantes.

 

La primera es que la política es economía concentrada, es decir que los gobiernos hacen política para generar, mantener, reproducir y aumentar el dinero de los capitalistas, para recrear y multiplicar la apropiación de plusvalía, para seguir capitalizando dinero y poder político real en una escala cada vez mayor.  Excepto en los discursos, no hay objetivos superiores. Y salvo alguna excepción, más allá de esta frontera empieza la metafísica.

 

Las conquistas de los trabajadores (jornada de 8 horas, aguinaldo, vacaciones) son eso: conquistas arrancadas al capital o bien concesiones de los capitalistas para evitar males mayores. Aquí se inscriben todas las políticas reformistas de origen social cristiano, socialdemócrata, humanista, etc. O, de lo contrario, se hace política para terminar con el capitalismo, apropiarse de las ganancias privadas y depositarlas en una cuenta común, planificar la economía, etc. Aquí se inscriben (mejor dicho, se inscribieron) las políticas revolucionarias de corte socialista.

 

En una sociedad capitalista, ¿es parte de sus condiciones de existencia la dinámica interna que lleva al advenimiento de crisis financieras? Lo curioso es que provocan pérdidas inmensas de dinero, de empleos, de propiedades, de recursos. Sin olvidar que, a la salida,  generan también una mayor concentración del capital. En consecuencia, ¿son la crisis una condición sine qua non del capitalismo o pueden ser evitadas? En términos socio económicos esta inquietud es tan importante como preguntarle a la medicina si el mal de Parkinson tiene cura.

 

Y la respuesta es que no tiene cura porque el Parkinson, en primer término, es una enfermedad grave, no una gripe. Dicho de otro modo, la crisis es una necesidad estructural del capitalismo dado el apetito insaciable de ganancias obtenidas dentro de la ley o fuera de ella, a como dé lugar, ignorando límites y restricciones, que le permite a la especulación, por ejemplo, alcanzar cotas de audacia e irresponsabilidad ilimitadas. Para comprobarlo basta recorrer el camino de las hipotecas sub-prime desde su aparición hasta el desencadenamiento de la crisis. Paradojalmente, la falta de límite genera el peor de los límites: la propia crisis.

 

Además, ¿quién hace las leyes? Las hacen los dueños del poder, que son los propios capitalistas o los políticos que actúan en su nombre, que también devienen en capitalistas. Y si no lo son al inicio de sus mandatos, casi seguramente lo serán a la salida. 

 

En el capitalismo conviven valores reales y valores simbólicos. Cuando la relación entre ambos excede cierto límite se enciende un semáforo amarillo. Nadie hace nada y el globo continúa inflándose hasta que revienta. Cuando empezó esta crisis en 2008 la relación entre el globo de los bienes simbólicos (la suma de acciones, títulos, bonos, dinero; en suma, papeles) era de 15 a 1 respecto de los valores reales (casas, campos, máquinas; en fin, el PBI mundial). Ahora ya llegó a 16,5 a 1, producto de la emisión en gran escala para financiar los multimillonarios rescates financieros.

 

En una proporción relativamente sana, el globo de los valores simbólicos no puede tener más de 3 ó 4 veces el tamaño del que representa a los valores reales. Pero ocurre que el capital financiero, que es la fracción dominante del capitalismo desde los primeros años 80, cuando fue promovido por Ronald Reagan y Margareth Thatcher al desregular las actividades especulativas, permite una tasa de ganancia muy superior a la que se obtiene en la actividad industrial.  Obsérvense los salarios relativos del director de un banco y de su equivalente en una empresa industrial o de servicios y se verá la diferencia.

 

Las martingalas con el dinero generan mayores ganancias que la producción de hombres y máquinas. Así las cosas, el capitalismo sólo tiene una herramienta para pinchar periódicamente el globo de los valores simbólicos y retrotraer las cosas a una proporción de estabilidad relativa. Esa herramienta es la crisis.  

 

La conclusión es que las crisis financieras son inevitables y necesarias como los incendios forestales, porque, como estos, queman la paja para que crezca el pasto nuevo. Efectivamente, las crisis son enormes hogueras donde se quema el capital presunto, simbólico, ficticio. Y lo que se salva del incendio son los valores reales, que se multiplican y concentran. 

Desde hace 500 años esta es la historia del capitalismo. Los incendios forestales existen en la naturaleza desde hace millones de años, pero el capitalismo es un producto humano. No parece, al menos en esta etapa de la evolución, que el hombre esté en condiciones de darse otra forma de vida.

 

Por eso no sabemos cuándo terminará esta crisis; sólo sabemos que no será la última.

 

 

*Periodista

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