La Tecl@ Eñe Revista Digital de Cultura y Política
Ideas,cultura y otras historias.
Publicación fundada en el 2001
Editor/Director: Conrado Yasenza
Alberto Szpunberg: “Como el clavel del aire”
Igual que una flor: Algunas preguntas introductorias.
Esta breve entrevista realizada al querido Alberto Szpunberg, poeta, amigo y compañero, es una excusa primero para charlar con Alberto y luego para interiorizarnos sobre el clavel del aire que habita su hogar: Un nuevo libro, aún inédito, de poesía, “Como el clavel del aire”. Reproducimos, como adelanto, los últimos dos poemas del libro de Szpunberg.
Por Conrado Yasenza*
CY – ¿Como el clavel del aire es un gran poema de largo aliento? Cuéntenos, por favor, la temática principal del libro, si es que existe una temática o idea eje central.
AS – No sé exactamente qué es "un gran poema de largo aliento"... Aunque tu expresión me remite al Génesis, al ruaj, al mito de la creación del ser humano... y eso me atrae: suena al "hombre nuevo" ¿no? ... Pero, en verdad, Como el clavel del aire son 30 poemas que se enhebran: cada poema tiene su propia vida, como ocurre con cada cuenta de un collar, pero cada cuenta cobra su propio y pleno sentido cuando el collar se cierra sobre sí mismo... Si es posible, con delicadeza, con sumo cuidado, como la ofrenda de un gran amor. Tampoco existe "una temática o idea eje central". En definitiva, es el silencio lo que, si se quiere, da "cuenta" de las cuentas del collar... Además de ser un hermosísimo tango, de Filiberto y Silva Valdés, en la Botánica, el clavel del aire es, para entendernos, como la "abanderada de los humildes", una planta que crece de la nada, o sea, del aire, de las embestidas del viento, de la piedra, el cemento, el óxido, el abandono, la lejanía, la derrota, hasta del olvido... Y tiene unas flores muy pequeñas, de colores acuarelados, tenues, y sus filamentos son a la vez raíz y rama, sustento y belleza...
CY – Y si se puede definir, narrar, cuéntenos el proceso de creación de este libro.
AS – Este libro me sorprendió, aún me soprende... Es divertidísimo... Yo todavía no había salido de mi último libro publicado, Traslados, que me resultó dolorosísimo escribir, y estaba en medio de una batalla campal con el cáncer, cuando brotó Como el clavel del aire. Suelo dormirme con la radio prendida. Cada tanto me despierto, vuelvo a escuchar la música –siempre música clásica o tango, en distintas emisoras– y eso me tranquiliza: el mundo, menos mal, sigue andando... Una noche, no sé por qué, me dormí escuchando Egmont, la obetura de Beethoven, y, no sé cómo, me desperté escuchando Clavel del aire, en la versión de Hugo del Carril. Y ahí empezó la historia, y la historia, como sabemos, tiene sabor a lucha de clases... En efecto, me enteré que los botánicos están divididos. Desde que el médico finlandés Elias Tillandz (¡alias Tillander, que suena como el Profesor Filander, del Tarzán de Radio Splendid!) clasificó la planta en el siglo XVII, unos botánicos opinan que el clavel del aire es apenas un matojo parasitario y otros, que el clavel del aire es, como dice el tango, "igual que una flor"... Como en la vida hay que definirse, yo tomé partido y me dije: "igual que una flor"... Hoy tengo en casa dos claveles del aire, en el alféizar de mi ventana que da al cielo, y estos 30 poemas...
CY – ¿Qué razón siente un poeta para seguir adelante con la creación poética en tiempos raros para la poesía?
AS – La eterna razón de la sinrazón... La corazonada, digamos... Y no, no son tiempos raros para la poesía... Al contrario, Conrado: en un país que está viviendo un momento apasionante, en medio de una izquierda desenfocada y una derecha detestable, con añoranzas golpistas, los grandes ausentes, penosamente, son los poetas... Ellos se lo pierden.. Y en cuanto a la poesía, avanti morocha, avanti los claveles del aire...
29.
Por eso el hombre elige la mesita de la calle
y observa las mutaciones del mundo en su derrumbe:
las pequeñas ramas hienden el aire y son raíces
que auguran catedrales de bosques gigantescos.
Sí, el hombre aún cree y cambia la brújula por la veleta
para saber exactamente la hora y el rumbo de irse.
La moza se para en la puerta del bar y lo mira:
el último destello se arremolina en su bandeja.
30.
Él querría decirle que, algún día, se sentará ella a la mesa
y será él quien le pregunte qué desea y ella quien le diga:
"un poema, por favor, corto de agua y ausente de llanto".
"Así era ella –le aclarará el poeta–, igual que una flor",
y todo será más claro, acaso el aire, el clavel, esta historia,
aunque en mi cabeza no deja de volar un pájaro insomne,
y me vuelvo por última vez para contemplar tanta belleza.
*Periodista