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Educación y trabajo en la Argentina:

de la U.O.N. a la U.M.E.T.

La revolución inconclusa del peronismo clásico, 1946-1955 ha planteado diversas problemáticas, que luego fueron abortadas por los “libertadores” y que aún se encuentran en trámite de resolución.  Una de ellas es la educación y su íntima relación con el sistema productivo del país deseado, es decir, con altos niveles de industrialización.










Por Rubén A. Liggera*

(para La Tecl@ Eñe)

La revolución inconclusa del peronismo clásico, 1946-1955 ha planteado diversas problemáticas, que luego fueron abortadas por los “libertadores” y que aún se encuentran en trámite de resolución.
Una de ellas es la educación y su íntima relación con el sistema productivo del país deseado, es decir, con altos niveles de industrialización.
En efecto, la añeja pugna entre el país exclusivamente agrario y exportador de materias primas y el país desarrollado, de economía integrada e industria diversificada con sustitución de importaciones está a la vista. En el presente siglo llegó a su clímax con la rebelión agro mediática por la Resolución 125 que apenas pretendía apropiarse de una porción de la renta diferencial de la tierra.
Un país desarrollado necesita un sistema educativo que responda con sus necesidades productivas. Así sucedió durante los gobiernos de Perón y luego, en la experiencia frondicista (1958-62) Pero luego, fue desmantelado sistemáticamente a partir del golpe cívico-militar-empresario de 1976 y rematado sin culpas ni remordimientos por los talibanes del menemismo en los ´90.
Es sabido que los trabajadores organizados fueron la “columna vertebral” del movimiento peronista y que el sistema ISI (Industrialización por sustitución de Importaciones) puesto en marcha en la década de 1930, necesitaba más y mejor mano de obra. Por ese motivo, la educación tuvo una acentuada orientación práctico-técnica promovida desde el Estado.
Se crearon las Escuelas Fábrica, donde los alumnos recibían educación técnica, libros, vestimenta, desayuno y almuerzo. De estas escuelas egresaron miles de trabajadores especializados.
Pero además, el segundo Plan Quinquenal, necesitaba profundizar las políticas educativas al servicio de sus objetivos. Por tal motivo, por la Ley 13.229, promulgada el 19 de agosto de 1948, se crearon el Segundo Ciclo de enseñanza y la Universidad Obrera Nacional (U.O.N.), toda una osadía en los tiempos en que la educación superior estaba destinada casi exclusivamente a las clases dominantes.
El primer capítulo de la Ley referida al segundo ciclo, establecía un título Técnico de Fábrica según la especialidad, de 4 años de duración. El segundo creaba la Universidad Obrera, que dependería de la C.N.N.O.R. (Comisión Nacional de Aprendizaje y Orientación Profesional). Su objetivo era la formación de profesionales para la investigación, la docencia y la asistencia  a la industria. Con cinco años de estudio se podía egresar como Ingeniero de Fábrica.
Luego de un intenso debate parlamentario donde se impuso la visión oficialista de formar conciencia técnica para ese nuevo impulso industrializador y cubrir la ausencia de derechos sociales, quienes representaban al país tradicional en el Congreso objetaban, por supuesto, una capacitación técnica sin “formación cultural”. Es decir, defendían un enciclopedismo tipo “lo sé todo” funcional al país agropecuario y litoral para el que solamente necesitaban egresados de profesiones liberales como abogados, contadores y algún ingeniero civil para que le construya puentes y caminos para llegar al puerto sin inconvenientes. (1)
La U.O.N. se organiza y pone en marcha en octubre de 1952; el 17 de mayo de 1953 abre sus puertas la sede central con un discurso del Presidente Juan D. Perón y es electo su primer Rector, Cecilio Gondoti. Entre ese año y 1955, se crean Regionales en Santa Fe, Rosario, Córdoba, Mendoza, Bahía Blanca, La Plata y Avellaneda.
El golpe de 1955 la dejó sin presupuesto y frustró el proyecto de edificio propio. Como balance podemos afirmar que, como en tantos otros órdenes de la vida social de la “Nueva Argentina”, en esa oportunidad los trabajadores y sus hijos accedieron por primera vez en la historia a una educación superior y además, se formaron ingenieros y técnicos especializados necesarios para la industrialización en marcha. Toda una revolución educativa.
Durante el período desarrollista del presidente Arturo Frondizi, ante la necesidad de mano de obra para abastecer a un nuevo proceso de industrialización heredero en lo esencial al iniciado por el peronismo, la U.O.N. en 1959 se transformó en la U.T.N. (Universidad Tecnológica Nacional), aún vigente, luego de sortear las previsibles dificultades frente a las marchas y contramarchas de la inestabilidad política y económica desde 1976 a la actualidad.
“Surge así como Universidad Nacional con la función específica de crear, preservar y transmitir la técnica y la cultura universal en el campo de la tecnología, siendo la única Universidad Nacional del país cuya estructura académica tiene a las ingenierías como objetivo central.”(2)

 

Llama la atención que en su sitio oficial, cuando se refiere a su historia, no mencione como antecedente a la U.O.N.; sin contextualizar solamente dice: “La institución venía actuando desde el año 1953 con la estructura académica de Universidad, existiendo ya en ese entonces las Facultades Regionales de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Rosario y Santa Fe, a las que se sumaron - en 1954 - las Facultades Regionales de Bahía Blanca, La Plata, Tucumán y luego Avellaneda.
Esta actividad fue posible a partir de 1952, ya que el Decreto 3014/52, había aprobado su Reglamento de organización y funcionamiento con carácter de Universidad.”
¿Acaso se pretende mantener alguna distancia política con el “hecho maldito de la política del país burgués” representante de la barbarie latinoamericana y no merecedor de lauros intelectuales? No sería para nada extraño. Habría que averiguarlo.
El 31 de agosto de 1962, la Asamblea Universitaria aprobó el Primer Estatuto de U.T.N., que al momento contaba con once (11) Facultades Regionales. Luego de su normalización con la vuelta de la democracia en 1984, cuenta actualmente con 29 Facultades Regionales, un Instituto Superior y un Centro de 

Estudios, distribuidos en todas las regiones de la República Argentina. Desde su creación - Ley 14.855 del año 1959 - han egresado más de 30.000 profesionales de sus carreras de ingeniería en las especialidades civil, naval, electrónica, industrial, mecánica, química, informática y textil, además de sus maestrías y especializaciones.
En la última década, al compás de las nuevas políticas económicas impulsadas por el kirtcherismo se ha triplicado la cantidad de alumnos que aspiran a obtener su título de ingeniero.
Finalmente, como una vuelta de tuerca virtuosa en esta Argentina que busca su destino de independencia económica, desarrollo social y dignidad cultural, la presidente de la Nación, Cristina Fernández y el ex presidente de Brasil, “Lula”-un tornero que llegó a la máxima magistratura del país hermano-inauguraron la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo(U.M.E.T.).
Lo novedoso es que esta nueva casa de estudios superiores pertenece a un sindicato: el SUTERH. La organización sindical de los trabajadores y encargados de edificios de propiedad horizontal, desde hace muchos años trabaja intensamente en formación y capacitación para sus afiliados y la comunidad. Además oferta educación primaria, secundaria y superior a través del I.S.O. (Instituto Superior Octubre), a la que ahora agrega la educación universitaria con la flamante UMET. En lo cultural, merece destacarse la intensa actividad del Centro Cultural “Caras y Caretas” y su tradicional publicación.(3)
La Presidente Fernández recordó en su discurso, entre otras interesantes consideraciones, que en esta década se han creado nueve universidades públicas que han permitido que miles de chicos sean universitarios provenientes de familias humildes. Recordemos de paso que, en sintonía con ese rescate de la memoria histórica, se dictó la Ley Nacional de Educación Técnica-Profesional y el presupuesto educativo llegó al 6,5% del P.B.I. (Producto Bruto Interno)
De esto se trata, de una verdadera promoción social en Argentina, del libre acceso a los estudios secundarios, técnicos, superiores y universitarios para las clases populares largamente excluidas por el poder dominante. En fin, de poner en movimiento las riquezas potenciales de nuestra economía con inclusión social, educación, trabajo y justa distribución  de la riqueza.
Dos modelos de país, dos concepciones educativas: la que le dio la espalda al país, la que expulsó a los trabajadores y las clases plebeyas y las actuales concepciones educativas orientadas por el Estado al servicio del desarrollo económico y la inclusión social.





* Periodista, docente y Director del Suplemento Cultural de diario La Voz de Junín





1.“De modo especial, guía nuestro análisis el discutir las críticas formuladas al peronismo como desentendido de las cuestiones educativas. Al respecto, son ampliamente conocidas los principales argumentos formuladas desde la oposición que se centran principalmente en rememorar el slogan “alpargatas sí, libros no”. Sobre este particular, pretendemos fundamentar que la “Nueva Argentina” –o bien, los años dorados del peronismo en los que el Estado de bienestar extiende su mano protectora sobre las franjas humildes de la sociedad -no puede roturarse como de decadencia intelectual. Por el contrario, resulta imprescindible resaltar que durante los años de su vigencia acontece el período fundacional de una nueva universidad que constituye un gran aporte a la trayectoria educacional de nuestro país”, afirma atinadamente la Dra. Alicia Angélica Malatesta, profesora  de la Regional San Francisco de la U.T.N., en La etapa fundacional de la Universidad Obrera nacional. La conexión universitaria entre el aula y el trabajo, 2008.

2.www.utn.edu.ar
3.www.suterh.or.gar

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