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Potencia y límites de la Patria Grande

 

Potencia y límites, triunfos y derrotas, jalonan la década de construcción de la Patria Grande Latinoamericana y Caribeña. Sin duda que las preocupaciones del imperio en la primera década del presente siglo no estuvieron enfocadas en el “patio trasero” latinoamericano. El camino de la Patria Grande se gestó construyendo ladrillo a ladrillo pero de ninguna manera, incluso en momentos de distracción del imperio, resultó fácil y sin derrotas. Es bueno y necesario tenerlo presente para seguir avanzando.

                  

Por Rubén Dri*

(para La Tecl@ Eñe)

El 6 de Julio se produce en Cochabamba el Encuentro de UNASUR por el “secuestro” del avión de Evo Morales en Europa. Se hicieron presentes los presidentes Cristina Fernández por Argentina, Nicolás Maduro por Venezuela, Rafael Correa por Ecuador y Pepe Mujica por Uruguay. Faltaron a la cita Dilma Rousef por Brasil, Ollanta Humala por Perú, territorio en el que se hacía el encuentro, Juan Manuel Santos, por Colombia y Sebastián Piñera por Chile.

 

         La reunión inmediata de UNASUR manifiesta una voluntad colectiva, un poder colectivo,  que se ha ido gestando en la Patria Grande, pero la ausencia de los presidentes nombrados, pone en evidencia sus límites, más aún, ciertas contradicciones sobre las que el imperio no dejará de trabajar para ahondarlas y finalmente romper el proyecto. 

 

         Potencia y límites, triunfos y derrotas, jalonan la década de construcción de la Patria Grande Latinoamericana y Caribeña. Sin duda que las preocupaciones del imperio en la primera década del presente siglo no estuvieron enfocadas en el “patio trasero” latinoamericano, sino en las regiones medio-orientales, Irak, Irán, Afganistán, Pakistán, Palestina.

 

         Aprovechando esa distracción imperial, los pueblos latinoamericanos fueron saliendo de la postración en que habían caído como fruto del proyecto neoliberal triunfante en las décadas del 80, y sobre todo del 90. Surgen movimientos populares, liderados por gobiernos que los expresan cabalmente y retoman el proyecto de la Patria Grande con la que soñaron los libertadores de principios del siglo XIX, Moreno, Artigas, San Marín, Bolívar, Simón Rodríguez, Felipe Varela.

 

         Pero ya no se trata sólo de la idea o del sueño, sino de la materialidad del proyecto. Mercosur, UNASUR, Celac, Alba, no son simplemente siglas sino realidades concretas, jalones materiales en la construcción del proyecto. En la oposición triunfante al ALCA mostró toda su potencialidad. El imperio se había descuidado y lo había pagado caro.

 

         Ya estábamos en camino de la Patria Grande que se estaba construyendo ladrillo a ladrillo. Pero de ninguna manera, incluso en momentos de distracción del imperio, había resultado fácil y sin derrotas. Es bueno y necesario tenerlo presente para seguir avanzando.

         Con los avances de los movimientos populares, con reconquista de la democracia, parecía que la era de los golpes de Estado había  pasado a la historia. Nada más falso. Veamos. Apenas iniciado el proceso de construcción de la Patria Grande, en el 2002, se produce el golpe de Estado en contra del gobierno de Hugo Chávez. Se trató de un golpe tradicional, con todas las fuerzas de la derecha, la económica, la política y la eclesiástica, con parte del ejército, y el apoyo del imperio. La reacción popular y la parte patriota del ejército hicieron frustrar el golpe, triunfante en sus inicios.

 

         En  el 2008 fue el turno de Bolivia. Allí el golpe motorizado por la oligarquía santacruceña, con el apoyo de la jerarquía eclesiástica y el accionar de los grupos “parapoliciales”, se vio finalmente derrotado por la acción mancomunada del pueblo boliviano y de los presidentes latinoamericanos que hicieron causa común con el gobierno legítimo. Fue ésta tal vez la mejor demostración de la fuerza que puede tener una Latinoamérica unida.

 

         En el 2010 le correspondió a Ecuador ser el teatro de otro golpe, protagonizado en esta ocasión por la policía, mostrando de esa manera que ya no hay una sola manera de atentar contra los gobiernos populares. El valor del presidente Rafael Correa, prácticamente secuestrado por la policía, la reacción popular y el apoyo unánime de los gobiernos latinoamericanos hicieron frustrar el golpe.   

   

         Tres intentos de golpe realizados de diferente manera; tres golpes frustrados, es decir, tres victorias de la Patria Grande. Pero no todo fue victoria. Se hicieron presentes las derrotas. En el 2009 se produce el triunfante golpe contra el presidente hondureño Manuel Zelaya. La rica y variada combinación de fuerzas y movimientos que se pusieron en marcha para este golpe merece consideraciones especiales.

 

         Allí se aplicó lo que podríamos denominar “golpe inteligente”, nombre pertinente por la aplicación del “poder inteligente” como lo denominó Hillary Clinton. Así lo expresaba: “Debemos utilizar lo que se ha llamado smart power, el rango de herramientas a nuestra disposición –diplomáticas, económicas, militares, políticas, legales y culturales- escogiendo la herramienta correcta, o combinación de herramientas, para cada situación. Con el smart power la diplomacia sería la vanguardia de nuestra política exterior”.

 

         El golpe a Manuel Zelaya fue la aplicación de ese poder “inteligente”. Obama “condena” el golpe” mientras su embajador en Tegucigalpa se reúne con los golpistas; Hillary afirma que Washington no quiere meterse ni influir, pero impone la mediación de César Arias, de Costa Rica. Continúa financiando a los golpistas. Menester es tener en cuenta que controla las fuerzas armadas hondureñas a través de la base militar de Soto Cano, de donde salió el avión que llevó a Manuel Zelaya al destierro. En San José se firma el acuerdo que es redactado por Washington, quien  a su vez “persuade” a los hondureños que lo deben aceptar.

 

         Resumiendo, Washington estaba al tanto del golpe, financia a los involucrados, ayuda a sacar a Zelaya del país y utiliza a la OEA como fachada para imponer su agenda. Como colofón de la jugada golpista, Roberto Micheletti, el presidente impuesto por el golpe, manda al Congreso el proyecto de salida de Honduras del ALBA.

 

         En el 2012 se produce con la velocidad del relámpago el golpe contra Fernando Lugo, el presidente del Paraguay. Ya en el 2009 se denunciaba que se estaba preparando “un golpe vía institucional desde diversas instancias del Estado, pero en particular desde el Parlamento, algo similar a lo que había ocurrido en Honduras”. Intervienen la Legislatura, la  Justicia y la Iglesia. 

 

         Argentina no estuvo indemne de estas tentativas de golpe, denominadas por “Carta Abierta” como clima “destituyente”, que tuvo su epicentro en el 2008 con el lock out de las corporaciones agrarias, los cortes de ruta, las amenazas. El proyecto nacional y popular sufrió una derrota con la votación de la 125, pero la decisión política de Néstor y Cristina de no retroceder sino profundizar las medidas populares, convirtieron en triunfo lo que había sido una derrota.

A partir de allí, el enfrentamiento con las corporaciones, entre las cuales sobresale la corporación mediática y los voceros partidarios que las expresan, se agudiza y encuentran a la corporación judicial como aliada. La declaración de inconstitucionalidad de las leyes aprobadas por el Congreso en lo referente a democratización de la justicia, en otro contexto se podría haber convertido en una de las medidas que podían configurar un “golpe blando”. La  Corte Suprema, liderada por Lorenzetti, dando largas a la declaración de constitucionalidad de los medios audiovisuales, esperando el momento propicio para hacer la declaración, dando paso a las cautelares que ya entraron en el “infinito malo” hegeliano, constituyen momentos en la tarea de debilitar al gobierno.  

        Los golpes de Estado constituyen el momento culminante del proceso de creación del clima destituyente. No siempre pueden darse. De hecho la “celebración” de la caída del gobierno de Cristina que Mariano Grondona festejaba con Biolcatti, no se produjo. El gobierno se consolidó con medidas más profundas a favor de los sectores populares.

 

         Al no darse el golpe y al ver que la posibilidad de que se diese es cada vez más lejana, se busca otro camino, el “candidato” que, apoyado por toda la batería del poder mediático, pueda funcionar como un verdadero golpe a la marcha del movimiento popular. Así fue Capriles en Venezuela y así es Massa en nuestro pago. Para ello se “acomoda” la propaganda, se acepta lo “bueno” realizado por el gobierno popular y se rechaza lo “malo”, como si se tratase de dos ámbitos separados y no momentos de un proyecto en el que la suma de un lado significa la resta del otro.

 

         Todos estos movimientos “desestabilizadores” son monitoreados, controlados, dirigidos, por la potencia imperial. El continente latinoamericano está sembrado de bases militares norteamericanas, la IV Flota ha sido reactivada en el 2008 cuando el lock out patronal parecía que se iba a llevar por delante al gobierno popular, las embajadas están activas y el espionaje se ha intensificado como nos lo hizo saber Edward Snowden.

 

         Pero el Mercosur es una realidad y ahora con la inclusión de Venezuela se ha instalado el eje Caracas-Brasilia-Buenos Aires que significa una potencialidad como nunca habíamos conocido en Sudamérica. Frente a ello el imperio se mueve para insuflarle fuerza a la Alianza Pacífico, conformada por Chile, Perú, Colombia y México.

La primera década del presente siglo significó el renacimiento de la Patria Grande. La segunda década recién comenzada debe ser la de su consolidación y crecimiento. Para que ello sea posible necesitamos, como nos decía Cristina: “organización, unidad, solidaridad y empoderamiento”.        

 

*Filósofo y Teólogo

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